lunes, 22 de octubre de 2007

Leí las posturas y opiniones sobre el tema obstrucción de contacto, Síndrome de Alienación Parental y los proyectos de APADESHI publicadas en el mes de Agosto en Página 12. Soy psicóloga y han llegado a mi consultorio casos que podrían encuadrarse dentro del S.A.P. También cuento con cierta experiencia personal en el tema, lamentablemente mi hermana y su familia padecen esta forma de violencia familiar, ella es el progenitor alejado. Si tengo en cuenta los relatos que he escuchado a lo largo de mi vida de las personas cuya relación de pareja no ha podido sostenerse, puedo concluir que varios de ellos abonan la casuística de este síndrome. Primero voy a enunciar mi postura: cualquier manifestación sintomática, más allá de cómo se la nombre debe ser situada en la relación saber-verdad. Si así lo hacemos y ejercemos cada uno el criterio profesional, no podemos sucumbir a los intentos de engaño ni ideas tendenciosas, vengan de donde vengan. Si no podemos hacer esto, debemos retirarnos. Revisaré una de las apreciaciones que intentan argumentar y/o descalificar sin fundamento ciertos criterios muy útiles, incluso cuando quien los enuncia no sea santo de nuestra devoción. Queda claro que no defenderé ni atacaré a ninguna de las personas e instituciones que escriben ni a las criticadas, sino que analizaré objetivamente aquello que dicen. Tampoco, consecuentemente, emitiré un juicio de valor, no soy quien, más bien ubicaré algunas coordenadas dentro de lo que mis conocimientos y mi experiencia me lo permiten. La afirmación de que detrás del proyecto de APADESHI se esconden intenciones que favorecen a revincular a abusadores con sus hijos, ignoro si es verdadera, además debería ser demostrable. En mi trabajo clínico y de campo he podido recabar diversas opiniones de progenitores que consultaron esa institución, e incluso me acerqué personalmente. Verifiqué el intento de usar sus servicios, su discurso y la conceptualización del S.A.P., por parte de algunos que según mi criterio profesional eran posiblemente abusadores (habían sido alejados por fallo judicial de sus hijos por abuso y en algunos casos pude apreciar signos que corroboraban desde el punto de vista psíquico una estructura psicopática o perversa). No pude indagar cómo la institución asesoraba y asistía a estas personas. Por ende lo único que de ello puedo afirmar es que los progenitores alejados podrían pretender que se usen inadecuadamente los elementos descriptivos del síndrome de alienación parental y la ley de impedimento de contacto. Esto no invalida necesariamente sus contenidos, en todo caso estos son pasibles de incorrecta aplicación. Asimismo la tendencia a hacer hincapié en que el género femenino es quien ejerce el acto obstaculizador y el masculino el abusador, es un enorme error pues por empezar en una familia en la que se instala la violencia, ambos progenitores son responsables por acción u omisión, por seguir, cualquiera de ellos puede asumir un rol pasivo o activo, y por terminar ninguno está predeterminado ni psicológicamente ni biológicamente para ejercer un tipo específico de violencia. Para determinar la validez de los conceptos teóricos hay que poner a prueba la consistencia de sus postulados, si se los intenta refutar por el uso que se hace de ellos no haremos más que comentarios tendenciosos. Una vez corroborada científicamente una entidad conceptual, podremos reflexionar sobre su uso adecuado. Éste debe ser evaluado a partir de la ética profesional, la que implica mínimamente dos cuestiones, una es el ejercicio consecuente del saber que cada quien ejerce, es decir, nadie puede venir a engañarnos en un campo en el que debemos estar formalmente capacitados, la otra es que debe primar la búsqueda de la verdad por sobre el interés económico, no podemos trabajar para quien nos paga sino con quien nos paga. Prefiero ser más clara: cuando soy consultada escucho lo que se me pide pero determino desde mis conocimientos como corresponde obrar. De esta manera el mal uso de teorías, así como de legislaciones, fundamentadas no es argumento para refutar su validez, sino para enjuiciar la moral de quienes lo llevan a cabo por uno u otro interés particular. Por cierto tampoco es buen criterio de invalidación tomar cuestiones personales de quienes hayan postulado el conocimiento científico que se desea desarticular, o mejor dicho aniquilar. Importa tan poco si Gardner se suicidó para desestimar su descripción del S.A.P. como que Watson sea racista para anular sus aportes a la genética. Quienes quieran demostrar la falta de validez de una categoría que lo hagan desde el análisis de sus componentes. Licenciada Sandra Victoria Abudi.